martes, 22 de diciembre de 2009

El Malestar en la cultura.


"... Si de este modo volvemos de nuevo a comprender a nuestros conciudadanos mundiales, cuya conducta hubo de parecernos en un princpio tan inexplicable, soportaremos más fácilmente la decepción que las grandes individualidades de la Humanidad, los pueblos, nos han procurado, pues a los pueblos sólo podemos plantearles exigencias mucho más modestas. Los pueblos reproducen, quizá, la evolución de los individuos y se nos muestran aún hoy en día en estadios muy primitivos de la organización, de la formación de unidades superiores. Correlativamente, el factor educativo de la coerción moral exterior, que tan eficiente hallamos en el individuo, es en ellos apenas perceptible todavía. Habíamos esperado que de la magna comunidad de intereses creada por el tráfico y la producción resultaría el principio de tal coerción; mas parece ser que, por ahora, los pueblos obedecen mucho más a sus pasiones que a sus intereses. Cuando más, se sirven de sus intereses para racionalizar sus pasiones; anteponen sus intereses para fundamentar la satisfacción de sus pasiones. Por qué los pueblos y las naciones se desprecian, se odian y se aborrecen unos a otros, incluso también en tiempos de paz, es, desde luego, enigmático".

FREUD, SIGMUND: El malestar en la cultura.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Music in my heart, one more time!


Música en mi corazón, una vez más. Como siempre pasó el día nublado, volvieron los claros, las gafas de sol y, ante todo, la posibilidad de abrir los ojos un poco más y atinar más en las miradas diarias. Miradas a quien trabaja contigo, a quien te cruzas por la calle, a quien amas o a quien piensas que te ama... Miradas al techo.
Una vez más le saqué provecho al nihilismo. Otra vez me aproveché del jugo de la sociedad decadente. Que el "nada pesa, nada vale, nada dura" es un motivo de sobra para saltar de un octavo es sabido por todos aquellos que tengan dos dedos de frente. Pero también es sabido que donde habita el máximo peligro está la salvación. Nada pesa, de acuerdo, y ahora qué. Igual que nada pesa nada nos pesa. A la vez que entristece también alegra pensar en los días como el soporte de una nimiedad auténtica. Es más llevadera la conciencia de quien sabe que no se le van a pedir responsabilidades por una palabra dada, de quien conoce el escaso valor de la amistad, salvando a Aristóteles. Es más fácil ser cercano con quien sabes que no se va a sentir defraudado con tu traición.

Una vez más resté importancia a todo y por un momento fui feliz.
Pero solo por un momento.

martes, 8 de diciembre de 2009

Lisboa - Valencia


La mutabilidad de la vida, su tragedia y su salvación. Decía D. Miguel (de Unamuno) "Porque vivir es una cosa y conocer otra, y como veremos, acaso hay entre ellas una tal oposición que podamos decir que todo lo vital es antirracional, no ya solo irracional, y todo lo racional, antivital. Y esta es la base del sentimiento trágico de la vida". De esta opoción peculiar es de donde surge la mutabilidad de la vida, como decía, su tragedia y su salvación. Somos contradicción permanente, infinita, cambiante. Siempre nos debatimos entre lo que las cosas son y lo que deberían ser, arrepintiéndonos de los errores y desconfiando de las aparentes victorias conseguidas. Decía una profesora mía en uno de sus libros; "La vida oscila, como un péndulo, entre el dolor experimentado por el deseo insatisfecho y el aburrimiento que nos produce la satisfacción". Tampoco andaba desencaminada esta profesora, Remedios Ávila, brillante. Somos contradicción infinita, por eso no podemos estar tranquilos, nuestro estado natural es el pensamiento violentado, la voluntad contrariada, el deseo siempre tirando de nosotros, siempre y cuando todavía conservemos un mínimo de humanidad, de la que cada dia perdemos un poco.

Viajé mucho últimamente, con un breve descanso en el centro, crucé la península, de Lisboa a Valencia. Mucho han cambiado las cosas en estos viajes. La contradicción que soy me ha espoleado más de lo normal, me ha hecho sentir bien, me ha hecho sentir mal, en definitiva, me ha hecho sentir. Al menos corroboro que sigo vivo, que aun mantengo ese mínimo de lucidez que me hace apreciar lo bueno y que me produce culpa, cuando la hay, de lo malo. Hice reir e hice llorar. Hice y deshice y ahora no se qué hacer. Tan solo espero poder mantenerme despierto, alerta. Lo que venga ahora espero que sea construcción mía, que sepa hacerme cargo de esa pesada condena que es mi libertad.

Decía Nietzsche; "Una ruta está siempre libre para las grandes almas". Espero que sea verdad, que no se equivocase. Perdonen mis lectores por estos arrebatos narcisistas, cada día compruebo que, de hecho, lo soy, un narcisista, demasiado listo para obviar, demasiado mentecato para tomar en serio.

Libos citados:

- UNAMUNO, M. DE: Del Sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. Madrid. Alianza, 2001.
- ÁVILA CRESPO, R: El desafío del nihilismo. La reflexión metafísica como piedad del pensar. Trotta. Madrid, 2005.
- NIETZSCHE, F: Así habló Zaratustra. Alianza. Madrid, 1997.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Escríbeme si puedes.




Hoy me siento un superhéroe, un superhombre, con ganas de ser más, de ser más mejor, más hombre, más humano, más persona, a la vez que más animal y más primario. Hoy las cosas salieron bien, me sentí útil, me sentí querido, amado, apreciado, reconocido, reconfortado, ¿realizado? no eso no, suena muy pedante. Trabajé duro, estudiando una ley, analizando hasta sus últimos entresijos. Me hizo pensar que ese podía ser mi trabajo en el futuro, por muchos días, no me desagradó la idea, siempre y cuando cobrase más, por supuesto.
Deicidí no salir. Como siempre estaba en bancarrota. Al fín sopesé los pros y los contrar y finalicé que sería mejor gastar mis últimos veinte euros en un presente incierto que en un futuro predecible. Acerté. Coincidí con una psicóliga amiga de un amigo. Resultó ser más amiga que psicóloga. Eso si, estudiosa, constante. Llegará lejos. Así que postergué mi decisión por un día, este fin de semana es para mí. Esta mañana, mientras trabajaba en mi Decreto Ley, el 2090/2008, pensé que la mejor opción para un fin de semana sin pasta y sin espectativas es dormir hasta tarde y acostarse al amanecer, sin afeitar y sin quitarse el pijama leyendo filosofía de la diferencia, Foucault, Deleuze... Saboreando el dulce sabor de la lucidez y reconfortándose en el profundo desprecio por sí mismo que alimenta la autocrítica. Y todo ello sin perder la sonrisa. Parece que acerté. Esta noche lo he pasado bien. Sin embargo no se qué sensaciones me podrían haber sobrevenido de haberme enfretado a las páginas que hoy tocaban. Será mañana, seguro. Hoy tocó calle, ginebra, risas, bares, música, gente, alegría, maquillaje, ex-novias, en fin, un día completo.
Mientras tanto aguardo al uno de diciembre. Paul Auster publica su nueva novela en Anagrama. Tras Un hombre en la oscuridad decidí que era un buen escritor, pero no el escritor que yo andaba buscando. Javier Marías lo confirmó e hizo el resto. No obstante, al leer ayer en el periódico la noticia me ilusioné, y reservé mi ejemplar en la librería. Qué ingenuo. Quizá en Granada se agotase. Aquí no, lo más seguro es que nó estén al tanto de las publicaciones de Auster, quizá no sepan ni quién es. El hecho de que alguien quisiese "reservar" un libro, seguro les causó sorpresa. Ya os contaré.
Hoy me siento un superhéroe, como ya os he dicho, no tengo sueño y mañana tengo un partido. Si fuese cuestión de voluntad de poder seguro que ganaba. Mis gemelos dirán el resto. Me siento tan pletórico que me quedan fuerzas para mandaros ánimos a todos, nada normal en mi, y mucho menos en mi blog.

Aun así, fuerza y poder.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Bancarrota, tabaco y teología de la liberación.




Hoy no salí, estoy en bancarrota y pienso ahorrar los pocos euros que me quedan de este mes para un viaje muy deseado, aunque son tantos los que deseo... Fumo otro cigarro, ya son muchos esta noche, para el vicio no hay crisis no se escatima en lo que nos da vida, no se repara en gasto hacia lo que en su ausencia todo gasto parece superfluo. Bancarrota. Teología de la liberación, una novedosa (y acallada) manera de ver la teología, como fenómenos social, de marcado carácter marxista; sin progreso material no puede haber progreso espiritual, por tanto el deber primordial de la teología ha de ser el proporcionar la equidad económica antes de perseguir sus pretensiones proselitistas de carácter. Tiene lógica. Tiene lógica que el Vaticano la censure y haya secuestrado las cátedras de quienes osan pensar esto en voz alta. Qué más da, ya todos sabemos demasiado sobre tantas cosas....

Hoy llamó Pol, por un momento recordé la cercanía de sus paridas intermitentes en mi piso, por el que entraba una luz tan excelente por la mañana. En mi casa ahora también entra luz, mucha, pero hay ruido, mucho, demasiado, coches, camiones, gritos, altavoces sobre coches que anuncian cosas dispares, no quiero escucharlas pero se hace insoportable. Contra ello me he aprovisionado de una buena ración de huevos junto a la ventana. ¿Quieres anunciar?, anuncia, pero lava el coche, lo próximo será cortarte los cables, a ver cómo anuncias ahora pregonero posmoderno devaluado de mierda.
Violencia, el mundo necesita más violencia. Occidente vive una vida demasiado higiénica, lo que hiere se oculta, los anuncios son felices y la vida parece llevadera en la televisión. La gente muere pero su visión no impacta, se ve tan lejana que no es creíble. Lo asocial no tiene cabido, por eso se lo estigmatiza, como al loco (véase, M. Foucault) un borracho da miedo, solo va ciego de vino mujer, demasiado osado para los inocentes ojos de tu hijita, ¿verdad?, ya le tocará lo suyo, ya tendrá su hora. Todo tiene su tiempo para ser creído (véase, J. Marías, "Tu rostro mañana" ; no he leído nada igual).
Y mientras sueño despierto a medianoche, en bancarrota, rememoro ese culo asomado desde un onceavo piso, reflejando los pensamientos de una persona que aminora la marcha, que realentiza el paso para hacer la marcha más larga. Se echa de menos, eso es cierto, pero no se si a esa persona o a la imagen que cada uno tiene de sí, en ese preciso momento. Los demás se pueden ir al carajo, pero yo sin ellos no valgo nada. Más sexo, más sexo, balanceo, contorsión, exasperación del espíritu, goze singular de quien entrega su amor propio como quien entrega la llave de la última muralla de la ciudad a los cristianos. Y mientras nos movemos, definimos el espacio, lo experimentamos con nuestros cuerpos, nuestros movimientos, tocar, sentir, palpar, caminar actualizando el mundo dotándolo de sentido desde la intencionalidad de nuestra conciencia (gracias Merleu-Ponty).
Caos, ideas inconexas, falta de equilibrio, y sobre todo aburrimiento, es lo que toca hoy, ante todo espera, de mañana, o de pasado. Quién sabe.

martes, 3 de noviembre de 2009

La vida secreta de las palabras.




Nada es sin fundamento. Todo sucede o viene precedido por alguna causa concreta. Nada proviene del azar, si por lo tal entendemos lo indeterminado, lo que carece de causalidad. A veces causamos reacciones sin darnos cuentas, y solo podemos entender el mundo si somos conscientes de la gravedad de nuestros actos.
Uno no lo sabe pero un si o un no dicho en un momento preciso será el responsable de una muerte natural, en la vejez, o de una muerte espantosa, perpetrada con alevosía y ejecutada con eterno placer por parte del asesino. En tal caso el asesino no es ni quien mata ni quien muere, aunque éste haya sido su causante primero. En tal caso el asesino es la palabra, la cual goza de vida propia, se inyecta entre los hombres y fluje en su eterno devenir por este mundo condenando de manera irremisible a quien osa a colocar sus labios en posición y exhalar un si o un no, de manera inconsciente, o no tanto. Nadie debería aprender a hablar hasta no ser consciente de la vida propia de las palabras y de la gravedad de las consecuencias que éstas acarrean a la vida de los hombres. Nadie debería decir nada, todo el mundo debería estar callado e impedir que el eterno asesino ande suelto de manera impune, trastocando aquí y allá las vidas de las personas. Ningún muerto habla. Es la manera en que la vida vence a la palabra, aun a costa de la propia vida. La muerte es la negación de la palabra, y la victoria de la vida, que aun a costa de su precio merece la pena, ¿Merece la pena?

Aliento de desamor


"No te preocupes, el desamor siempre es así. Sin darte cuenta comienzas a añorar lo que antes era invisible, empiezas a extrañar lo que antes era olvido. Vives de miseria, de recuerdos, de ansia de volver a lo que antes era. Pero nunca pasa. El desamor es una constante angustia. La melancolía y el dejarte llevar por los pensamientos dolorosos son malos compañeros de viaje. Siempre te acaban jodiendo. Al final lo único que puedes hacer es tratar de soslayar esos pensamientos, hacerte ver de que no importan, que no existen, que no son reales. Pero no sirve. Con el desamor ocurre como cuando tomas consciencia del acto de respirar. De repente, lo que hasta entonces ha sido un acto involuntario que no ha copado ni una ínfima parte de tus pensamientos pasa a ser algo de lo que te tienes que encargar, una carga más sobre tu espalda dolorida. Ya no puedes respirar si no respiras, si no te dices a tí mismo –yo respiro, yo estoy respirando, ahora, inhalo, exhalo, inhalo....- Sabes que es algo que pasará, que de repente volverás a respirar nomal, sin darte cuenta. Pero no sabes cuándo y no puedes saberlo porque el intertar dejar de lado algo que es consciente conlleva en sí mismo el tenerlo más consciente que nunca. La tormenta que no cesa. Dices –no, no- y piensas en algo alegre, algo práctico, un problema matemático, nada de hombres ni de sentimientos. Quieres pensar en algo que esté en otro plano, en otro registro. Pero la intención de centrarte en un pensamiento para minimizar otro que ya está actuando es inútil, solo demuestra la necesidad de tu agonía y la suficiencia de tu desamparo. Con eso sobra. Solo queda llorar, de momento solo eso. No hay después."


RAFA GISBERT. Inédito.

jueves, 22 de octubre de 2009

LDHM; Ley de hostias a mansalva.



"Coy golpeaba de nuevo. Aquella noche feliz no necesitaba espinacas. Ahora sí eres mío, pensaba atropelladamente, con aquella extraña lucidez que solía conservar en mitad del arrebato y la violencia. Ahora te tengo enteriro, y no hay árbitro, ni testigos, ni policías, ni nadie que me diga lo que debo o no debo hacer. Ahora voy a machacarte hasta que seas una pulpa de mierda y las costillas rotas se te claven dentro y los dientes partidos te los tragues de seis en seis, y no te quede resuello ni para silbar un tango."

ARTURO PÉREZ REVERTE. La carta esférica.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cafeína por favor !!!!!!!!!


"Café con leche por favor" me empeño en repetirle cada mañana a la camarera del bar de abajo, cuyo nombre no conozco, ni deseo conocer. "¿Manchada?", se obstina ella en repetirme cada vez, "Café con leche", neutro, respondo. Pues nada, manchada, otro día más. Da igual, a las 11 me estaré tomando un café con leche completo. Así, mientras me tomo ese primer café del día, acompañado de una magdalena valenciana, cortesía de la casa, me acuerdo de un pequeño bar de Granada (20 metros cuadrados según me dijo el dueño), cuando esa era mi ciudad y ese bar el bar de abajo, ahí si que te servían café de verdad, y no está mierda de mezcla de café y leche caliente.
El café, me explicó el dueño del pequeño bar, no solo es fruto de la calidad del grano sino de mchos factores más; el tueste, la mezcla, la frescura, la graduación del molinillo, la presión de la máquina y la temperatura del agua, del prensado del cacito y, sobre todo, de la leche. Y no solo por su calidad, en este bar era siempre del día, sino por la manera de calentarla. Hay que hacerlo con la leche fría en la jarra de metal, apoyando la boquilla de la manguera de vapor en la parte superior, casi al nivel de la leche, y apuntar hacia la pared de la jarra. De esta manera la leche se convierte en crema de leche, cambia su textura y se expande su aroma, no simplemente se calienta. Si se ha hecho bien se nota al verterla sobre la taza con el café que espera.
Eso es un café pienso cada día mientras me tomo mi café/manchada, y no esta puta mierda. Al menos aquí me dan magdalenas.

"Este es un país de café" le dijo José Luis López Vázquez a una actriz inglesa en una pelicula de la transición cuando ella pidió un té en un bar de Madrid. Cierto que lo es, aunque solo en parte. En general la gente lo bebe poco, pero quien lo bebe lo bebe mucho (algo así pasa con los libros). Una vieja amiga (y no por edad) bebía muchísimo, como medio litro nada más levantarse, americano, sin azucar. También los hay que lo beben descafeinado (qué conscientes), de sobre (qué insulto para mi barman), bombón (sobre todo putas y pijas, como el marlboro light) y con bayles (de domingo).

Yo hoy ya llevo cuatro, he caído en la cuenta cuando me tomaba el cuarto. Tarde, pensé. Eran las ocho y media de la tarde y estaba que me salía de mí mismo, las piernas ya no daban más de sí, imposible balancearse más rápido y con fin más absurdo. No solo provoca hiperactividad sino también nerviosismo, verborrea, pensamientos profundos si se logra tener el control, y por supuesto, insomnio, por fin te ha llegado tu hora Pérez Reverte, de esta noche no pasas. Me gusta el café, me gusta mucho, aunque no pueda tomarlo ya a diario de ese bar cuando era mi bar de abajo y esa ciudad mi ciudad, ahora me tengo que conformar con una mezcla de café mal hecho y leche caliente. En fin... café, no es cuestión de ponerse quejica, si quizá un poco nostálgico, sobre todo a estas horas.

Mañana más, otro café. "Café con leche, por favor", "¿Manchada?"
"¡Un puto café con leche, joder!".

domingo, 11 de octubre de 2009

Levedad


"Es extraño e incongruente el proceso de las nostalgias, o del echar de menos, tanto si es por ausencia como por abandono o muerte. Uno cree al principio que no puede vivir sin alguien o alejado de alguien, la pena inicial es tan afilada y constante que se siente como un hundimiento sin límite o como una lanza interminable que avanza, porque cada minuto de privación cuenta y pesa, se hace notar y se nos atraganta, y uno solo espera que pasen las horas del día a sabiendas de que su paso no nos llevará a nada nuevo sino a más espera de más espera."

JAVIER MARÍAS. Veneno y sombra y adios.

Levedad; "Inconstancia de ánimo y ligereza de las cosas". Hoy me quedo con lo segundo, ligereza de las cosas, cuando nada cuenta, nada pesa, nada vale ni nada perdura, solo existe mientras está patente, presente, cuando damos la espalda... pues adios, a otra cosa. A quién le importa.

jueves, 13 de agosto de 2009

Quizás...


Se escribe porque algo habrá que hacer; llenar el vacío, ordenar el caos, o simplemente hablar porque ya estamos hartos de escuchar, de aprender cosas insulsas. Quizá por miedo a decir estupideces, al ridículo, o para no quedar presos de nuestras palabras. Quizá por todo eso no se dice lo que se piensa. Sí en cambio se escribe y se guarda bajo llave, en un sitio remoto y secreto hasta que el convencimiento propio nos otorgue el valor para leer en alto lo que un día fue escrito en soledad. Quizá si esto mismo sea descubierto por casualidad la cosa tenga algún sentido, como ser de izquierdas, o quizá no tenga ni sentido ni valor, salvo lo anecdótico de la casualidad.

Todo son voces que dicen que no. Que lo que escribes no vale, que desistas, lo dejes y enciendas la tele, o escuches música si eres más sofisticado. Al final te lo crees y te sumes en la ligereza del desánimo, en la facilidad del dejarse llevar y el sonreir sin motivo. Total... Para lo que hemos de hacer aquí.... Una posición muy poco creíble, incluso incómoda, pero todo tiene su tiempo para ser creído, como dice Marías, todo, incluso que no valemos una mierda o que nuestras vidas son insignificantes, hasta para nosotros mismos.
Y así seguimos un día más, deslegitimando motivos para saltar de un noveno, uno a uno, confiando al sexo la competencia dadora de sentido que antaño tenía la religión, o la guerra. Y ya no sabemos si subir al décimo para asegurar más la caída o bajar un par de pisos y creer en una heróica segunda oportunidad.

Siempre hay juicio, lo tenemos, lo buscamos, lo pedimos y deseamos que nos lo pidan.¿Para qué? Pues porque algo hay que hacer... Cuándo descubre uno que ES mucho más allá de lo que en realidad es, que no hay límite salvo tu resistencia frente al abismo. Qué reacción se espera frente a este despertar. Qué hacer, qué decir. Quizá nada. Posiblemente sea lo mejor, callar como meta. Suena triste pero quizá sea lo mejor.

Quizás.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Fuerzas.



Fuerza, dice Michel Foucault, es la capacidad que algo tiene para influir o afectar en otro algo. Afectar es la clave. En esta definición de fuerz no hay un criterio moral, ni un juicio acerca de lo correcto, es una definición neutra. En la fotografía podemos encontrar una clara ejemplificación de lo que las fuerzas son. El gato está sentado al sol, y cerca del agua, girándose hacia detrás, como si algo llamase la atención. El gato siente la necesidad de sentirse afectado por el calor del sol, y por beber el agua. Así mismo otra fuerza afecta al gato llamando su atención.
Más o menos, así funciona nuestra vida, piensa Foucault, que concibe las fuerzas dentro de una red infinita (retícula) en la que todas las fuerzas tienen el poder o la posibilidad de afectar a todas las demás fuerzas puesto que todas están unidas.
La noción estructuralista de las fuerzas suena un poco abstracta a bote pronto, pero si pensamos deenidamente en ella veremos que la abstracción de su planteamiento no es más que una mera formalidad, debido a la necesidad de generalizar y de hablar en un lenguaje más filosófico que literario. Si, como decía Witggenstein, los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje los filósofos se han visto impelidos a extender su lenguaje para poder ser más objetivos y cada vez llegar a más recovecos de la existencia, ser más. Como caso paradigmático está Martin Heidegger quien en cierto modo se inventó un nuevo lenguaje debido a los límites que el lenguaje coloquial imponía a sus investigaciones (Entender a Heidegger es toda una aventura, y además muy grata). No es por afán de erudición ni de reconocimiento por lo que los filósofos se han inventado otro lenguaje (no así los políticos) sino por la complejidad del mismo asunto que se trata, por el requerimiento y la necesidad de un lenguaje complejo. Pedir a un filósofo que hable en un lenguaje comprensible es aceptable, pero es una petición estéril de principio, limitamos su mundo. Es como si le pidiésemos a un físico que nos explicase la teoría de la relatividad mediante el método de sumar y restar manzanas.

Volvamos a las fuerzas de Foucault. Con todo lo dicho sobre el lenguaje no pretendía sino excusarme y esclarecer que lo que sigue, y lo que se podrá encontrar en este blog, será más literatura que filosofía.
Veamos la resistencia que las fuerzas presentan al tiempo, al cambio. Durante los años de carrera me he dado cuenta de que me he sentido más alegre durante el curso que durante las vacaciones. Aunque siempre estoy anhelando el tiempo libre para tocarme los huevos, es un hecho el que el lugar donde me los todo no es mi propio lugar. Ahora que es verano y que tengo tiempo libre, lo confieso ¡Me aburro!, qué le vamos a hacer. Quizá ese anhelo de tranquilidad para "hacer" todo lo que durante el curso no he tenido tiempo para hacer queda olvidado en el momento en que cambio de casa. Ya no estoy en la misma ciudad, ni en la misma casa y el café que tomo por las mañanas no tiene nada que ver con el que tomaba en Granada, es decir, mis fuerzas han cambiado, ya no soy afectado por las mismas que hace dos meses, así que, en cierto modo, ya no soy el mismo.... "qué miedo". Suena extraño pero es cierto, y si no, pensad en Foucault, mi retícula ya no es la misma, me he desplazado de la retícula anterior, y las fuerzas que antes me afectaban a diario, formando parte de mi vida, como mi amigo Pol, que ahora está en Barcelona, o el café, sobre todo el café, ya no son constitutivos, sino anecdóticos.

No es malo cambiar la retícula de vez en cuando, con la distancia nos damos cuenta de qué fuerzas nos hacían bien y cuáles no. La vida cambia, es un hecho, ni bueno ni malo. La mutabilidad de la vida es su tragedia y su salvación (qué aburrimiento si fuese siempre lo mismo y otra vez igual). Pues eso, que echo de menos mi café granadino y a mi amigo Pol, y mi sofá y mi apartamento. Ahora me afectan otras fuerzas, diría Foucault, o mis circunstancias han cambiado, diría Ortega. No es nostalgia, es una llamada de atención, lo frágil que es el paso de lo constitutivo a lo anecdótico, de como las cosas, las calles, las personas están en tu vida y de repente no están, y no te queda otra que hacerte a la idea, acostumbrarte y no perecer en el intento.... Y al igual que cambian las calles por las que paso a diario cambian mis rutinas e incluso mis pensamientos y así me aparto de lo que era y me sumo en la incertidumbre del qué soy ahora de cuáles son mis fuerzas y en quienes yo afecto.
Y así otro día de agosto, y hoy contento porque he vuelto a mirar al techo, gracias a mi hermano, aliento.

viernes, 24 de julio de 2009

Vacaciones.



Ya se acabaron las vacaciones, o por lo menos las que molan, esas que te mantienes despierto en todo momento, en que todo es nuevo y digno de atención, cuando todo tiene un interés inesperado, incluso lo más nimio. Todo eso ya acabó, de momento. Al dejar atrás Portugal olvidé todo eso en la frontera, lo tuve que dejar unos kilómetros antes de la aduana, por miedo al decomiso y a la multa. El buen humor de los demás está bien como anécdota, pero no como costumbre, o así nos han educado.

Aun quedan un par de semanas para empezar a trabajar y aquí solo queda rutina, vida diaria, donde nada despierta el interés de hace dos semanas, un café es un café, y nada más, una chica que se cruza en sentido contrario en el paso de peatones no pasa de la imaginación guarra mientras la estás viendo. Cuando te sobrepasa y nuestros caminos no coinciden pues ya está, a otra cosa. Ahora todo es aburrido. Quiénes son los aburridos, las cosas o las personas, supongo que los dos, pero más las personas, porque lo son y hacen serlo a las cosas. Si, las personas, y por partida doble. La cerveza solo sabe a cerveza y los cigarros copan más el ansia que el entusiasmo. Si, somos aburridos, y por eso nos aburrimos. Aun así si que queda un resto de interés, el de aquel que quiere ponerlo y dota a la mirada de una dimensión propia en la que busca lo que él pretende encontrar. Así y todo los días son agotadores y las miradas al techo se hacen más por costumbre que por necesidad. Qué aburrimiento. No es tan grave. Al fin y al cabo Schopenhauer decía que nuestras vidas transcurren entre el dolor producido por el deseo insatisfecho y el aburrimiento de la victoria conseguida. Es decir, que no es nuevo esto de digo, aunque si se entiende bien lo que quería decir aquí Schopenhauer la idea de fondo no es más agradable ni más halagüeña.

Siempre nos queda el recurso de quejarnos y decir ¡Cómo me aburro!.

(Prometo seguir con esto).

domingo, 19 de julio de 2009

Hermanos.


Hoy miramos al techo a la vez que escribimos. Es tarde, pero no demasiado. Ya volví de Lisboa. Seis horas en coche cruzando Portugal y Extremadura y ya estoy de vuelta.

Parece que se acabaron las vacaciones, o por lo menos las que molan, esas en que estás de viaje y cuando vuelves tienes algo que contar, una ocasión para ser escuchado, y agradecido por parte de los más cercanos. Hoy hablamos de hermanos. Los hermanos son los que por ley están obligados a estar pendientes de nosotros durante toda su vida, o mientras dure la nuestra. Es una tarea larga y pesada, por eso no todas las personas aceptan tal destino. Los amigos son amigos mientras lo son, forman parte de nuestras vidas mientras quieran, o mientras nosotros no los apartemos de ellas. Los lazos familiares son más fuertes, no por tradición sino de manera natural, son los rostros de nuestra infancia que aun hoy permanecen presentes. Y ante todo los hermanos. Si somos realista, aunque duela, sabemos que Papa y Mama morirán algún día y que por edad, con quienes siempre podremos compartir el tiempo es con los hermanos.

Javi es mi hermano. Hace años que no pasábamos tiempo juntos, ha sido una semana, solo siete días. Pero con él he descubierto que con los hermanos jamás se pierde la naturalidad. Nos hemos criado juntos, solo nos llevamos cuatro años y aun así, aunque desde hace más de diez años ya no vivimos en la misma casa, jamás hemos perdido el trato directo, sin mediación. Con los hermanos sobra la narración de nuestras vidas, el contarnos cómo te va, qué has hecho, a quién has conocido. Los hermanos tenemos esa inmediatez en el trato por el cual podemos saber qué le bulle al otro en la sesera al momento. Da igual que pase un año o que pasen diez, con más o menos pesar son parte de nuestra vida, como dije, son los rostros del ayer que aun hoy nos son presentes, y más aun, los que sabemos que lo seguirán siendo en el futuro. Por eso los hermanos no pueden ser amigos, porque tratarse de esa manera supondría rebajarse el estatus. Sería casi un insulto. Un hermano es parte de uno mismo. Ya seas el mayor, el pequeño o el del medio, con los hermanos siempre se tiene una relación especial, son los primeros rivales y los primeros colaboradores, son quienes deben aguantar nuestros vertidos de sinceridad, quienes se ven obligados a dar consejo u opinión, quienes consuelan y quienes castigan. Lo son todo a la vez, como un alter ego, a quien se debe lealtad, aunque estén lejos y llamen poco.

Música: Hoy recomendamos a Sharon Schael, venezolana, Dj residente en Industrial Copera, Granada, ritmos electro y minimal: http://www.sharonschael.com/

miércoles, 15 de julio de 2009


Ayer por la noche fuimos a tomar una copa a "Esplanadas", una zona de Lisboa limítrofe con el río Tajo o "Tejo" como lo llaman por aquí. Sentados desde estas mesas pudimos tomar algo viendo cómo entraban y salían los barcos con dirección al puerto. Allí estuve comentando con Javi varias cosas, él sabe más de Lisboa que yo, de ríos no tanto. Vimos que el río apenas se movía, al ser el delta del Tajo, donde el río se junta con el mar, el Tajo mantiene un leve balanceo, no se observa corriente de agua que baja al mar, ni olas del mar que sube, tan solo una enorme explanada de agua, con Almada al fondo, que se mece y se violenta un poco cuando algún barco cruza el río. Estuvimos recordando otros ríos que vimos juntos, como el Danubio, en Rumanía, ese río si que llevaba fuerza, yo diría que es el río más río de todos los que he visto. También recordamos el Guadiana, que pasa por Mérida. Y es que antes un río era la primera casa de un pueblo. Hoy no tanto o no necesariamente. El Tajo en Lisboa sigue siendo parte fundamental de la ciudad, sobre todo porque se configura en torno a él. No obstante, la vida de los ríos ha sido sustituída por las carreteras, toda la mercancía que antes entraba por barco hoy llega en camión. Quizá sea más rápido y más económico, pero la espera de aquello que llega ha perdido todo el interés más allá del comercial. En Cádiz muchos edificios tienen torres porque los comerciantes que allí habitaban se asomaban a ellas a la espera de avistar su barco con todo aquello que traía de América. Hoy en día una llamada sustituye a esa espera "Voy por ....., me quedan 200 km", y ya está, a otra cosa. Quizá ese comerciante gaditano, mientras esperaba a avistar su barco en el horizonte tuviese este tiempo de relax que aquí llamamos miradas al techo, aunque él mirase al mar, desde luego más propicio para pensar sobre las cosas que el techo. Qué suerte tienen los gaditanos, y los portugueses, que pueden ver el sol ocultarse tras el mar.... Hoy ya es de noche y desde "Esplanada" solo podemos ver el puente iluminado y las luces de los barcos que cruzan el Tajo. Mañana iremos a Cascais para ver el sol ocultarse por detrás del mar, como una aspirina arrojada a un vaso a cámara lenta. Entonces me sentiré un privilegiado porque en lugar de tener que mirar al techo podré mirar lejos, muy lejos.

lunes, 13 de julio de 2009




Miradas al techo. Es Granada la ciudad que aparece al fondo de la foto. De aquí acabo de salir, con la carrera prácticamente acabada y unos nuevos planes. El nuevo destino está todavía difuso, pero es casi seguro que lejos del Albaizyn, por donde tantos paseos he dado. Ahora me encuentro en Lisboa, de vacaciones, visitando a mi hermano y a Ana. Aunque esté de vacaciones, siempre he sido un chico de culo inquieto y viene rondándome la cabeza la idea de crear un blog, parece que por fin comienza a rodar la cosa. ¿Qué son las miradas al techo? Pues la idea surge de un tiempo de exámenes en el que el tabaco marcaba las pautas de descanso diario (ahora ya no fumo, o al menos no como antes). Durante un tema y otro acostumbraba a tumbarme en el sofá y fumar un cigarro mientras miraba al techo. Acompañado de la idea de una novela que estaba leyendo por entonces que decía (entre otras cosas) que "todo tiene su tiempo para ser creído", durante estos descansos entre tema y tema, me di cuenta de que la velocidad de la vida que llevo apenas me deja espacio para pensar y reflexionar sobre aquello que me rodea. El hecho de que tengamos que pasar de hacer una cosa a comenzar con otra sin apenas disfrutar de lo conseguido para centrarnos de sopetón en la incertidumbre de lo que está por acabar me apabulla. Para sofocar este malestar dedicaba el tiempo de estos descansos en el sofá en lo que he venido a llamar las miradas al techo. Durante unos cinco minutos (lo que dura un cigarro) la mente se vaciaba del contenido de aquellos temas tan interesantes y tan pesados a la vez para dejar volar la imaginación hacia cualquier cosa. Cuando la mente encontraba un objeto digno de reflexión se centraba en él y trataba de descifrar todos sus planos. Cualquier tema es válido siempre que se lo toma con la debida complejidad, que no quiere decir seriedad precisamente. Cuando uno se para a pensar sobre algo, ya sea un objeto encima de la mesa, un gesto de la que está sentada en frente en el autobús, la percepción de una noticia por la gente, se da cuenta de que los sucesos que nos rodean son mucho más ricos de lo que en realidad aparentan a primera vista. Podemos darnos cuenta de que si empleamos un poco de nuestra parte podremos descubrir cosas que antes no captábamos. Solo es necesario echarle imaginación, pero siendo coherente. Consiste la cosa en hacer las veces de detective y tratar de averiguar lo que hay detrás de cada hecho. Un gesto de mal humor significa que tal persona está malhumorada. Pero si vamos más allá y miramos a esa persona a los ojos y vemos si tiene ojeras, si vemos que su ropa es presumiblemente la de ayer y observamos que no para de mirar el reloj porque aparentemente llegue tarde podemos imaginar que la persona que está sentada frente a nosotros en el autobús ha tenido una mala noche, eso seguro, los motivos que seamos capaces de concebir ya son cosa de cada uno. Puede ser que tan solo sean imaginaciones pero si aplicamos recurrentemente el mismo prisma seremos conscientes de nuestro progreso y que lo que antes tan solo eran presuposiciones ahora son hechos más que sospechables. Y eso, no se, da energía, da voluntad.

Podemos realizar estos ejercicios en el momento y hacer de nuestras esperas momentos intensos, pero también podemos tomar los hechos con posterioridad, y pensar en ellos con más calma, mirando al techo. Os lo aseguro, los resultados son impresionantes. Parándonos a mirar un poco las cosas descubriremos más cosas de las cosas y más cosas de nosotros mismos. Al menos es esto lo que podréis encontrar aquí. Espero que os guste.