jueves, 22 de octubre de 2009

LDHM; Ley de hostias a mansalva.



"Coy golpeaba de nuevo. Aquella noche feliz no necesitaba espinacas. Ahora sí eres mío, pensaba atropelladamente, con aquella extraña lucidez que solía conservar en mitad del arrebato y la violencia. Ahora te tengo enteriro, y no hay árbitro, ni testigos, ni policías, ni nadie que me diga lo que debo o no debo hacer. Ahora voy a machacarte hasta que seas una pulpa de mierda y las costillas rotas se te claven dentro y los dientes partidos te los tragues de seis en seis, y no te quede resuello ni para silbar un tango."

ARTURO PÉREZ REVERTE. La carta esférica.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cafeína por favor !!!!!!!!!


"Café con leche por favor" me empeño en repetirle cada mañana a la camarera del bar de abajo, cuyo nombre no conozco, ni deseo conocer. "¿Manchada?", se obstina ella en repetirme cada vez, "Café con leche", neutro, respondo. Pues nada, manchada, otro día más. Da igual, a las 11 me estaré tomando un café con leche completo. Así, mientras me tomo ese primer café del día, acompañado de una magdalena valenciana, cortesía de la casa, me acuerdo de un pequeño bar de Granada (20 metros cuadrados según me dijo el dueño), cuando esa era mi ciudad y ese bar el bar de abajo, ahí si que te servían café de verdad, y no está mierda de mezcla de café y leche caliente.
El café, me explicó el dueño del pequeño bar, no solo es fruto de la calidad del grano sino de mchos factores más; el tueste, la mezcla, la frescura, la graduación del molinillo, la presión de la máquina y la temperatura del agua, del prensado del cacito y, sobre todo, de la leche. Y no solo por su calidad, en este bar era siempre del día, sino por la manera de calentarla. Hay que hacerlo con la leche fría en la jarra de metal, apoyando la boquilla de la manguera de vapor en la parte superior, casi al nivel de la leche, y apuntar hacia la pared de la jarra. De esta manera la leche se convierte en crema de leche, cambia su textura y se expande su aroma, no simplemente se calienta. Si se ha hecho bien se nota al verterla sobre la taza con el café que espera.
Eso es un café pienso cada día mientras me tomo mi café/manchada, y no esta puta mierda. Al menos aquí me dan magdalenas.

"Este es un país de café" le dijo José Luis López Vázquez a una actriz inglesa en una pelicula de la transición cuando ella pidió un té en un bar de Madrid. Cierto que lo es, aunque solo en parte. En general la gente lo bebe poco, pero quien lo bebe lo bebe mucho (algo así pasa con los libros). Una vieja amiga (y no por edad) bebía muchísimo, como medio litro nada más levantarse, americano, sin azucar. También los hay que lo beben descafeinado (qué conscientes), de sobre (qué insulto para mi barman), bombón (sobre todo putas y pijas, como el marlboro light) y con bayles (de domingo).

Yo hoy ya llevo cuatro, he caído en la cuenta cuando me tomaba el cuarto. Tarde, pensé. Eran las ocho y media de la tarde y estaba que me salía de mí mismo, las piernas ya no daban más de sí, imposible balancearse más rápido y con fin más absurdo. No solo provoca hiperactividad sino también nerviosismo, verborrea, pensamientos profundos si se logra tener el control, y por supuesto, insomnio, por fin te ha llegado tu hora Pérez Reverte, de esta noche no pasas. Me gusta el café, me gusta mucho, aunque no pueda tomarlo ya a diario de ese bar cuando era mi bar de abajo y esa ciudad mi ciudad, ahora me tengo que conformar con una mezcla de café mal hecho y leche caliente. En fin... café, no es cuestión de ponerse quejica, si quizá un poco nostálgico, sobre todo a estas horas.

Mañana más, otro café. "Café con leche, por favor", "¿Manchada?"
"¡Un puto café con leche, joder!".

domingo, 11 de octubre de 2009

Levedad


"Es extraño e incongruente el proceso de las nostalgias, o del echar de menos, tanto si es por ausencia como por abandono o muerte. Uno cree al principio que no puede vivir sin alguien o alejado de alguien, la pena inicial es tan afilada y constante que se siente como un hundimiento sin límite o como una lanza interminable que avanza, porque cada minuto de privación cuenta y pesa, se hace notar y se nos atraganta, y uno solo espera que pasen las horas del día a sabiendas de que su paso no nos llevará a nada nuevo sino a más espera de más espera."

JAVIER MARÍAS. Veneno y sombra y adios.

Levedad; "Inconstancia de ánimo y ligereza de las cosas". Hoy me quedo con lo segundo, ligereza de las cosas, cuando nada cuenta, nada pesa, nada vale ni nada perdura, solo existe mientras está patente, presente, cuando damos la espalda... pues adios, a otra cosa. A quién le importa.