martes, 22 de diciembre de 2009

El Malestar en la cultura.


"... Si de este modo volvemos de nuevo a comprender a nuestros conciudadanos mundiales, cuya conducta hubo de parecernos en un princpio tan inexplicable, soportaremos más fácilmente la decepción que las grandes individualidades de la Humanidad, los pueblos, nos han procurado, pues a los pueblos sólo podemos plantearles exigencias mucho más modestas. Los pueblos reproducen, quizá, la evolución de los individuos y se nos muestran aún hoy en día en estadios muy primitivos de la organización, de la formación de unidades superiores. Correlativamente, el factor educativo de la coerción moral exterior, que tan eficiente hallamos en el individuo, es en ellos apenas perceptible todavía. Habíamos esperado que de la magna comunidad de intereses creada por el tráfico y la producción resultaría el principio de tal coerción; mas parece ser que, por ahora, los pueblos obedecen mucho más a sus pasiones que a sus intereses. Cuando más, se sirven de sus intereses para racionalizar sus pasiones; anteponen sus intereses para fundamentar la satisfacción de sus pasiones. Por qué los pueblos y las naciones se desprecian, se odian y se aborrecen unos a otros, incluso también en tiempos de paz, es, desde luego, enigmático".

FREUD, SIGMUND: El malestar en la cultura.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Music in my heart, one more time!


Música en mi corazón, una vez más. Como siempre pasó el día nublado, volvieron los claros, las gafas de sol y, ante todo, la posibilidad de abrir los ojos un poco más y atinar más en las miradas diarias. Miradas a quien trabaja contigo, a quien te cruzas por la calle, a quien amas o a quien piensas que te ama... Miradas al techo.
Una vez más le saqué provecho al nihilismo. Otra vez me aproveché del jugo de la sociedad decadente. Que el "nada pesa, nada vale, nada dura" es un motivo de sobra para saltar de un octavo es sabido por todos aquellos que tengan dos dedos de frente. Pero también es sabido que donde habita el máximo peligro está la salvación. Nada pesa, de acuerdo, y ahora qué. Igual que nada pesa nada nos pesa. A la vez que entristece también alegra pensar en los días como el soporte de una nimiedad auténtica. Es más llevadera la conciencia de quien sabe que no se le van a pedir responsabilidades por una palabra dada, de quien conoce el escaso valor de la amistad, salvando a Aristóteles. Es más fácil ser cercano con quien sabes que no se va a sentir defraudado con tu traición.

Una vez más resté importancia a todo y por un momento fui feliz.
Pero solo por un momento.

martes, 8 de diciembre de 2009

Lisboa - Valencia


La mutabilidad de la vida, su tragedia y su salvación. Decía D. Miguel (de Unamuno) "Porque vivir es una cosa y conocer otra, y como veremos, acaso hay entre ellas una tal oposición que podamos decir que todo lo vital es antirracional, no ya solo irracional, y todo lo racional, antivital. Y esta es la base del sentimiento trágico de la vida". De esta opoción peculiar es de donde surge la mutabilidad de la vida, como decía, su tragedia y su salvación. Somos contradicción permanente, infinita, cambiante. Siempre nos debatimos entre lo que las cosas son y lo que deberían ser, arrepintiéndonos de los errores y desconfiando de las aparentes victorias conseguidas. Decía una profesora mía en uno de sus libros; "La vida oscila, como un péndulo, entre el dolor experimentado por el deseo insatisfecho y el aburrimiento que nos produce la satisfacción". Tampoco andaba desencaminada esta profesora, Remedios Ávila, brillante. Somos contradicción infinita, por eso no podemos estar tranquilos, nuestro estado natural es el pensamiento violentado, la voluntad contrariada, el deseo siempre tirando de nosotros, siempre y cuando todavía conservemos un mínimo de humanidad, de la que cada dia perdemos un poco.

Viajé mucho últimamente, con un breve descanso en el centro, crucé la península, de Lisboa a Valencia. Mucho han cambiado las cosas en estos viajes. La contradicción que soy me ha espoleado más de lo normal, me ha hecho sentir bien, me ha hecho sentir mal, en definitiva, me ha hecho sentir. Al menos corroboro que sigo vivo, que aun mantengo ese mínimo de lucidez que me hace apreciar lo bueno y que me produce culpa, cuando la hay, de lo malo. Hice reir e hice llorar. Hice y deshice y ahora no se qué hacer. Tan solo espero poder mantenerme despierto, alerta. Lo que venga ahora espero que sea construcción mía, que sepa hacerme cargo de esa pesada condena que es mi libertad.

Decía Nietzsche; "Una ruta está siempre libre para las grandes almas". Espero que sea verdad, que no se equivocase. Perdonen mis lectores por estos arrebatos narcisistas, cada día compruebo que, de hecho, lo soy, un narcisista, demasiado listo para obviar, demasiado mentecato para tomar en serio.

Libos citados:

- UNAMUNO, M. DE: Del Sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. Madrid. Alianza, 2001.
- ÁVILA CRESPO, R: El desafío del nihilismo. La reflexión metafísica como piedad del pensar. Trotta. Madrid, 2005.
- NIETZSCHE, F: Así habló Zaratustra. Alianza. Madrid, 1997.