miércoles, 17 de febrero de 2010

Bendito dolor de muelas.


"Nada de lo que hacemos sería nuestra vida si no nos diésemos cuenta de ello. Este es el primer atributo decisivo con que topamos: vivir es esa realidad extraña, única que tiene el privilegio de existir para sí misma. Todo vivir es vivirse, sentirse vivir, saberse existiendo; donde saber no implica conocimiento intelectual ni sabiduría especial ninguna, sino que es esa sorprendente presencia que su vida tiene para cada cual: sin ese saberse, sin ese darse cuenta, el dolor de muelas no nos dolería".

J. Ortega y Gasset. Unas lecciones de metafísica.


Bendito dolor de muelas ese que te revela tu propia existencia, tu propia presencia en el mundo. Como es natural a cada sensación no se nos recuerda el hecho de existir, éste permanece como un devenir superfluo, en constante movimiento, en contradicción; olvido, posesión, mismidad. Llevo dias preguntándome cuál es la diferencia entre las sensaciones y los sentimientos. He llegado a la conclusión de que aunque en apariencia se confunden no son la misma cosa. Las sensaciones son previas, siempre vienen de fuera, nos son motivadas por algo externo. De éstas puede surgir un sentimiento, sentir tal sensación, o sentir tal cosa a partir de algo previo, un roce. No obstante, no es necesario que se de una sensación para provocar un sentimiento. Estos son propios, pueden surgir por generación espontánea. Por seguir a Ortega, si siento (si tengo una sensación tal) que me duelen las muelas puedo experimentar un sentimiento, es decir, sentirme. No obstante se usa la misma palabra, aunque para denotar conceptos distintos. No hay claridad en el lenguaje, tenemos que aportarla nosotros.

En el cariño de la intimidad se difumina esta frontera. Cuando lo externo pasa a ser interno el concepto de sentir ya se refiere a los dos sentidos indistintamente. Ya no soy, somos. Yo soy yo y a tí te experimento como yo. En la calidez de las sábanas todo se vuelve liviano, gelatinoso. El aire se funde con el algodón y la carne y se conforma un calor comparable a la fusión fría. Sin tubo de ensayo. Nada mejor que los domingos para dormir. La luz quiere ser más fuerte y los párpados no quieren ceder. No molesta, no inquieta. Noquea, como la buena ginebra, y ya no te puedes levantar hasta bien tarde. Aquí nos desvelamos del sentirse, el dolor de muelas es solo dolor de muelas, nada más. La presencia es solo vivida, olvidada. Solo queremos dormir. Cerrar los ojos y dormir. Dulce sensación, dulce sentimiento. Como una zambullida de la que no se sale nunca, siempre más abajo.

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