miércoles, 15 de julio de 2009


Ayer por la noche fuimos a tomar una copa a "Esplanadas", una zona de Lisboa limítrofe con el río Tajo o "Tejo" como lo llaman por aquí. Sentados desde estas mesas pudimos tomar algo viendo cómo entraban y salían los barcos con dirección al puerto. Allí estuve comentando con Javi varias cosas, él sabe más de Lisboa que yo, de ríos no tanto. Vimos que el río apenas se movía, al ser el delta del Tajo, donde el río se junta con el mar, el Tajo mantiene un leve balanceo, no se observa corriente de agua que baja al mar, ni olas del mar que sube, tan solo una enorme explanada de agua, con Almada al fondo, que se mece y se violenta un poco cuando algún barco cruza el río. Estuvimos recordando otros ríos que vimos juntos, como el Danubio, en Rumanía, ese río si que llevaba fuerza, yo diría que es el río más río de todos los que he visto. También recordamos el Guadiana, que pasa por Mérida. Y es que antes un río era la primera casa de un pueblo. Hoy no tanto o no necesariamente. El Tajo en Lisboa sigue siendo parte fundamental de la ciudad, sobre todo porque se configura en torno a él. No obstante, la vida de los ríos ha sido sustituída por las carreteras, toda la mercancía que antes entraba por barco hoy llega en camión. Quizá sea más rápido y más económico, pero la espera de aquello que llega ha perdido todo el interés más allá del comercial. En Cádiz muchos edificios tienen torres porque los comerciantes que allí habitaban se asomaban a ellas a la espera de avistar su barco con todo aquello que traía de América. Hoy en día una llamada sustituye a esa espera "Voy por ....., me quedan 200 km", y ya está, a otra cosa. Quizá ese comerciante gaditano, mientras esperaba a avistar su barco en el horizonte tuviese este tiempo de relax que aquí llamamos miradas al techo, aunque él mirase al mar, desde luego más propicio para pensar sobre las cosas que el techo. Qué suerte tienen los gaditanos, y los portugueses, que pueden ver el sol ocultarse tras el mar.... Hoy ya es de noche y desde "Esplanada" solo podemos ver el puente iluminado y las luces de los barcos que cruzan el Tajo. Mañana iremos a Cascais para ver el sol ocultarse por detrás del mar, como una aspirina arrojada a un vaso a cámara lenta. Entonces me sentiré un privilegiado porque en lugar de tener que mirar al techo podré mirar lejos, muy lejos.

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