domingo, 11 de abril de 2010

Perfecto caos.


Perfecto caos. Sigo y persigo un sentido carente de sentido, una camino sin principio ni final. Las emociones se sienten en un doble momento, el de la conciencia de la emoción y el de la conciencia del absurdo de tal emoción y de todas las emociones. Nada salva al sinsentido, al absurdo, al vacío. Nadie redime a un muerto de sus errores o de sus heridas. Muerto está, muerto queda, muerto muere.
Todo sucede demasiado rápido, no hay tiempo para el pesar, la ausencia o la nostalgia. Debes pasar a otra cosa, se recomienda olvidar, hacer borrón y ser otro, aun siendo el mismo y ser lo que crees ser sabiéndote completamente diferente. Los límites, los propios límites. Pura estadística sin pies ni cabeza. Cifras y letras que quieren hacerte ser, hacerte reconocer, en la igualdad o en la diferencia, robarte tu ser al fin y al cabo, mentirte, engañarte. Para colmo todos perseguimos un ideal, una bandera egoísta que hace tiempo dejó de ser un relato, una historia por escribir. Dios ha muerto. La patria ha muerto. El amor está moribundo, pero aun respira. Vacío, frustración, nada. Absurdo, nada más que absurdos es lo que perseguimos, sinsentidos inexplicables, vidas convertidas en parodias de sí mismas. Ancianos que ven y no ven, mujeres que ni oyen ni escuchan. Ciudades olvidadas.

Absurdo, perfecto caos.

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